Pedacitos de amor
Cada una de las aparentes casualidades en esta historia, es producto del amor.
Esta ES una historia de amor.
"Voy a extrañar mi máquina de coser cuando viaje a Indiana", le dije a Wade, mientras guardaba mis hilos y telas. Nunca me imaginé que al momento de decirlo, él se encargaría de comprar una máquina exactamente igual a la que le mostré por medio de una foto.
Unos días después viajé para encontrarme con una familia completamente desconocida, con quien conviviría por seis semanas y de quienes aprendería desde el idioma, hasta las más sencillas costumbres.
Apenas a dos días de mi llegada, Elaine me pidió nada menos que hacer un "quilt"...bueno, en realidad eran dos quilts los que ella quería que yo hiciera. Para quienes ignoran lo que es un quilt, debo decir que se trata de una manta cosida a partir de pequeños pedazos de tela, casi siempre provenientes de ropa que la familia ya no usa por alguna razón. La tradición de hacer quilts proviene de países europeos en donde el frío obliga no solamente a cubrirse, sino a aprovechar los materiales con los que se cuenta, ante la imposibilidad de salir de casa a hacer compras.
En la familia de Elaine, las mujeres conservaban la tradición y acostumbraban a hacer estos quilts y pasarlos de generación en generación, ella misma cuenta con varios, sin embargo nunca hizo uno con sus manos, ya que su madre se encargó de proveer de ellos a toda la familia.
La petición de Elaine me cayó como un peso que asumí, pensando en que coser en ese lugar y con el frío que sentía en el mes de abril, me permitirían agradecer la hospitalidad y la calidez con la que esta familia me recibió desde el primer momento, así que escuché con atención lo que Elaine tenía que decirme casi en secreto y asumí la responsabilidad de cumplir con el encargo. Se trataba de usar aproximadamente veinte playeras, que coleccionó a lo largo de los años en que Wade, Sunni y ella misma, viajaron en lo que llamaban "el viaje del hermano y las hermanas".
Estos viajes anuales llevaron a los hermanos a lugares como New York, Washington, D.C., Charleston, New Orleans, Kentucky, Las Vegas, Los Angeles, así como a Jamaica, entre otros, de esta manera cada una de las playeras representa planes, sueños, aventuras y complicidad compartida entre ellos y las familias de cada uno, sus esposos, hijos y sus propios padres.
Por si yo tenía dudas sobre la tela necesaria para hacer las mantas y no tenía dónde o cómo comprar, Maureen, la mamá de los hermanos, -enterada de la petición que me había hecho Elaine y convirtiéndose intencionadamente en cómplice-, me regaló un montón de retazos de muchas telas de diferentes colores. Ella hizo muchos quilts para sus hijos a lo largo de los años, así que tenía una gran colección de materiales, entre los que además se contaban revistas especializadas con millones de ideas.
De estas revistas, la señora Maureen me regaló varias, y al hacerlo me conmovió mucho, porque no esperaba el regalo, el amor con el que me entregó las revistas y el abrazo cálido y dulce que recibí, siendo ese día justamente el que sería el cumpleaños de mi propia mamá.
Ya con las telas y las playeras listas para empezar a trabajar, me di a la tarea de encargar a Amazon hilos, agujas, tijeras, greda y cinta de medir, sin embargo no podría aún empezar, porque el espacio de trabajo y el lugar para colocar la máquina de coser eran escasos, lo mismo que el lugar en la habitación en el que yo tenía mi ropa y objetos personales.
Así las cosas, Wade y yo visitamos varios lugares con la intención de comprar una cajonera en la que pudiera guardar ropa, y sin buscarlo, yo vi una mesa perfecta para la máquina de coser, una mesa que en su tiempo fue la base de herrería de una máquina Singer, ahora restaurada para ser usada como mesa para el té. Lo comenté con Wade y seguimos buscando, pero en un momento en el que perdí de vista a Wade, él, sin yo pedirlo, compró la mesa.
Gran sorpresa me llevé cuando me di cuenta de que nos llevaríamos este objeto y que además serviría para facilitar mi trabajo.
Unos días después y ya habiéndome dado a la tarea de cortar las telas, Wade compró una lámpara para que yo viera mejor mientras cosía, nunca me imaginé que se preocuparía por ese detalle, lo mismo que por comprar la plancha y lo necesario para acondicionar la tela que estaba cortando.
Varios días fueron necesarios para diseñar, cortar, unir, planchar, coser y avanzar en la labor.
A lo largo de este tiempo, visité dos veces la tienda Hobby Lobby, paraíso de las manualidades en donde pude hacerme de la tela para la parte de atrás de las mantas, así como el bies especial para las orillas de los quilts. Wade no debía saber de este proyecto, ya que Elaine había pedido mantenerlo en secreto.
Unos días antes de terminar, pude mostrarle a Elaine por medio de una foto enviada a su celular mi avance en una de las mantas. Se emocionó y se sorprendió mucho, no esperaba este resultado. Yo tampoco esperaba su emoción.
Al día siguiente y en persona vio el avance y agradecida me dijo algo que yo jamás imaginé..."si yo me voy antes que mis hermanos, quiero que ellos se cubran con el amor y los recuerdos de nuestros viajes juntos". Fue en este momento cuando mi trabajo cobró sentido, cuando en verdad las piezas se unieron y cuando la magia sucedió para mí.
Esta mujer norteamericana, desconocida, con una salud debilitada, en su afán de dejar a sus hermanos un legado de amor atesorado por años, me había pedido a mí, una mexicana a quien nunca antes había visto, que le cosiera dos quilts, por la única y sencilla razón de que ella estaba enterada de que a mí me gusta coser y me habían comprado una máquina para que no extrañara la mía en el tiempo que compartiría con su familia...
Se requiere valor, amor, determinación y un profundo deseo de hacer un sueño realidad para atreverse a pedir algo así.
Las mantas serán entregadas por Elaine a Sunni y a Wade este verano, en el viaje anual que los tres hermanos realizarán, ni yo ni su mamá estaremos presentes, sin embargo sé que será un momento especialmente único y hermoso del que mágicamente formo yo misma una parte.
Para mí, estas dos mantas representan el amor y la complicidad entre estos hermanos y su mamá. Me siento infinita y profundamente agradecida porque en esas mantas hay tantas historias que ahora han quedado unidas por medio de hilos y telas trabajados con mis manos.
Una vez más, Dios y el amor a la vida se manifiestan dándome la oportunidad de coser mis propios pedazos a través de unir los pedazos de otros seres humanos que como yo, están formados por muchas pequeñas partes.
"El arte no trata siempre sobre cosas hermosas. Trata sobre quiénes somos, lo que nos ha pasado y cómo nuestras vidas han sido afectadas".
Elizabeth Broun
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